Los mercados emergentes han recuperado su lustre a principios de 2025, ofreciendo a los inversores una atractiva combinación de crecimiento por encima de la media histórica y valoraciones históricamente muy atractivas. Más allá de las cifras y los índices, existe una historia de innovación, expansión de clases medias y transformación estructural que merece ser contada en detalle.
En este artículo, exploraremos las razones detrás del repunte reciente, las regiones y sectores con mayor potencial, los principales temas de inversión y las estrategias para navegar los riesgos inherentes. Con una visión práctica y ejemplos concretos, queremos inspirar al lector a identificar y aprovechar oportunidades en economías que, hasta hace poco, quedaban en sombra.
Tras un periodo de volatilidad y dudas en 2024, el índice MSCI Emerging Markets IMI subió un 1,7% en el primer trimestre de 2025. Este desempeño supera al de muchas economías desarrolladas y refleja un cambio de ciclo impulsado por varios factores simultáneos.
En primer lugar, la recuperación de China tras estímulos fiscales ha fortalecido la confianza. Los paquetes de apoyo al sector inmobiliario y a la innovación tecnológica han sido clave para revertir tendencias pesimistas y poner a China nuevamente en el centro de atención global. Al mismo tiempo, India mantiene un pulso firme gracias a políticas monetarias prudentes y un mercado interno en expansión.
Brasil y otros exportadores de materias primas también han aportado su cuota a este repunte, gracias al repunte de los precios de los commodities y a una mejora notable en sus indicadores macroeconómicos. La combinación de demanda interna y externa ha devuelto a estos países una sólida inercia alcista.
El panorama de mercados emergentes es muy diverso. Algunas regiones sobresalen por su rapidez en adoptar nuevas tecnologías, otras por su riqueza en recursos naturales, y otras por la fuerza de su consumo interno.
Cada una de estas regiones ofrece distintas ventanas de oportunidad. Para el inversor, la clave radica en identificar compañías con modelos de negocio resilientes y que puedan beneficiarse de tendencias globales como la digitalización, la transición energética o el desarrollo de la clase media.
Más allá de la clásica inversión por país, surgen temas transversales que pueden ayudar a diversificar riesgos y maximizar rentabilidades.
Estas temáticas están respaldadas por fuerzas estructurales sólidas como la urbanización, el aumento del poder adquisitivo y la digitalización de la economía. Los fondos sectoriales o mixtos que se orientan a estos vectores pueden ofrecer un acceso más directo a historias de crecimiento a largo plazo.
Invertir en emergentes conlleva desafíos. Los riesgos geopolíticos, las tensiones comerciales y la volatilidad cambiaria pueden afectar bruscamente los retornos.
Sin embargo, no todos los mercados emergentes son iguales. Países con equilibrios fiscales sólidos y balanzas comerciales saludables suelen demostrar mayor resistencia. India, Brasil y Sudáfrica suelen destacar en esta clasificación de resiliencia.
La diversificación geográfica y sectorial es fundamental. Una cartera equilibrada que combine economías orientadas al consumo interno con otras basadas en recursos naturales o tecnología puede mitigar el impacto de eventos adversos.
Aunque se espera cierta volatilidad en la segunda mitad de 2025 y en 2026, los fundamentos de crecimiento y los descuentos de valoración frente a los mercados desarrollados resultan atractivos. Actualmente los emergentes cotizan a un descuento de casi el 50% en ratio precio/valor contable, una cifra que no se veía desde hace décadas.
Es probable que los inversores institucionales aprovechen este diferencial para reevaluar su exposición. Para el inversor particular, resulta interesante considerar:
La apuesta por empresas con estrategias orientadas al largo plazo y estructuras financieras sólidas puede marcar la diferencia entre un rendimiento mediocre y un éxito destacado.
En conjunto, las cifras refuerzan la idea de que los emergentes ofrecen disparadores de crecimiento diversificados y oportunidades de rentabilidad superiores en un horizonte de varios años.
La clave para el inversor es mantenerse informado, ajustar la exposición según la evolución de factores macro y sectoriales, y aprovechar las valoraciones históricamente descontadas para construir un portafolio robusto y con capacidad de crecimiento sostenido.
En definitiva, al buscar oportunidades en mercados emergentes con potencial, nos adentramos en economías vibrantes y transformadoras que, bien seleccionadas, pueden aportar un valor significativo a cualquier estrategia financiera a largo plazo.
Referencias